viernes, marzo 20, 2009

El síndrome de Pink Floyd

Un pequeño paréntesis para escribir en el blog.
Una línea para excusarme porque soy como soy.
Y otra para excusarme porque no voy a cambiar.

He andado liado con un trabajo que espero finiquitar este fin de semana. Al menos en su mayor parte. Pero me ha surgido una duda a mitad de trabajo: ¿y si he hecho una introducción demasiado larga para lo que es el resto del texto?
Independientemente de si el texto tiene o no "chicha" a lo mejor es excesiva una parte introductoria tan densa y que, aparentemente, tarda en poner en marcha la canción-texto.
Lo que es seguro es que como hacía David Gilmour he añadido mi toque personal. Incluyendo datos de mis trabajos que soporten la estructura de la melodía, como la guitarra de Pink Floyd.
El final puede que quede frío, que la gente que lo lea esperaba más. Pero si llegan al final verán que ya han pasado más de diez minutos de canción y si se les ha hecho corta es porque no era tan pesada como se preveía. Y si alguien aprende algo o le surgen ideas al leer mi trabajo, yo encantado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido: si puedo elegir la música de mis 10 últimos minutos de vida eligiria la Sinfonia 1812 de Tchaikosky. Para los 10 siguientes la que tú quieras, pero de P.F.
Trabaja como más lo sientas -el trabajo-; daras lo mejor de tí y eso será perfecto. En todo los sentidos.
rk.

homerice dijo...

Mal rollo si estás pensando en una escena como la del vejete de la peli de "Soylent Green" (Cuando el destino nos alcance).
Pero que friki que soy!