domingo, febrero 17, 2008

Como Ulises

Un apunte al que llevo dándole vueltas una temporada. El poder que tienen las buenas historias clásicas es el que hace que el lector se identifique con el protagonista. Quién no se he identificado alguna vez con Ulises. El hombre que tiene de todo y se va a hacer la guerra (de Troya). Y que al volver se hace un lío (a propósito o no) y se encuentra con gentes de lo más variopinto...

A lo mejor no hace falta viajar para esto, ni acostarse con brujas o magas que incluso llegan a transformar a tus compañeros en cerdos. Tampoco tengo claro si hoy día Ulises podría ser un posdoc, aunque sólo sea por eso de ir dando tumbos de isla en isla y que llegó a tener a Polifemo de jefe.

Para recordaros la historia os dejo la letra de la canción de Krahe, de quien también he cogido prestado el título. En la canción el final es distinto, pero es que yo tampoco me veo haciendo una matanza de pretendientes. Si regreso tengo cosas más importantes que hacer, como beber una cervecita con los colegas (Hermes y Atenea). Por eso os dejo este post sin avisar. Ya se que no tendrá comentarios, lo contrario me sorprendería (para bien). Lo dejo a los Ulises (Odiseos) que están perdidos en Irún, Salamanca, Madrid o Pamplona. Un abrazo a todos.



No sé cual es más bella,
si
la mar, la vela o la estrella,
y
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
la estrella, la vela y la mar.

Yo, como Ulises, he sido
de Penélope el marido,
y me alejé de esa joya
por unirme a Agamenón,
que iba a la guerra de Troya,
me pedía el cuerpo acción.

Y tuve acción, tuve guerra,
ríos de sangre por tierra,
y, entre hecatombes y vino,
Aquiles, casi divino.
Y el mejor de mis engaños:
un caballo de madera.
Y Aquiles que desepera
y muere. Fueron diez años.

Y me volví para casa,
pues de Itaca el rumbo,
y ya sabéis lo que pasa,
dando un tumbo y otro tumbo.
Y, ¿qué queréis que uno haga?
Si al primer tumbo me tumbo
en el lecho de una maga?

Baste deciros que tanto
de Calipso fue el encanto
que me acosté en aquel lecho
un par de años, quizá tres,
y siempre esta desecho.
Pero el tiempo es como es.

Y rompe el encanto un día.
Y sigues tu travesía,
resistes a duras penas
cánticos de las sirenas,
y visitas el infierno
donde Aquiles y tu madre,
aunque Cerbero les ladre,
tienen frío y es eterno.

Y otra vez de vuelta a casa,
otra vez de Itaca al rumbo,
y ya sabéis lo que pasa:
doy un tumbo y otro tumbo
y, otra vez mi suerte aciaga,
y, esta vez casi sucumbo
en el lecho de otra maga.

Circe de turbio recuerdo
me quería para cerdo.
Lo fueron mis camaradas,
a mí me salvó algún dios.
Y le afeé sus cerdadas:
que te zurzan, Circe, adiós.

Y, al mar, me dicta mi instinto,
al mar, que es un laberinto.
Y sopla un viento contrario
y doy con un sanguinario
cíclope vil, Polifemo.
Aunque me tuvo a su antojo
era un borracho y un memo.
Le clavé un palo en el ojo.

Nadie, gritaba, me ciega,
Nadie, gritaba acusica.
Con Poseidón no se juega
y naufrago hacia Nausicaa,
linda princesa feacia,
a quién traté en plan colega
con extrema diplomacia.

Y me alojé en el palacio
de su padre, el rey feacio,
y me contaron mi historia
sin saber que yo era yo,
y en un momento de euforia
mi gloria me descubrió:

Señores, sí, soy Ulises,
vuelvo de muchos países,
debo seguir navegando,
Itaca me está esperando.
Me ofrecieron un navío
y remeros, los mejores.
Y zarpé hacia mis amores,
mi Penélope y el crío.

Itaca al fin, veinte años,
Itaca al fin, no son nada,
unos cuantos desengaños
y es el mar agua pasada.
Me disfracé de mendigo:
vi a Penélope casada
con un antiguo enemigo.

Ahora soy un ex marido
u en ex padre, y he sabido
que guardó un tiempo mi ausencia
bordando que era un primor,
que se agotó su paciencia,
que rompió su bastidor.

En uno de sus repentes
y a uno de los pretendientes
parece ser que le dijo:
padre serás de mi hijo
y tendremos otros varios,
Ulises, si es que regresa,
se llevará un sorpresa,
me lo dictan mis ovarios.

Y ahora, perdido mi rumbo,
ahora voy adonde sea,
un tumbo doy y otro tumbo
y prosigo mi odisea
en otras tristes canciones.
Sólo Hermes y Atenea
comparten mis libaciones.

No sé cual es más bella,
si
la mar, la vela o la estrella,
y
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
las tengo al navegar,
la estrella, la vela y la mar.